La Fundación Periodistas Sin Cadenas ante los chats de Leandro Norero y Andersson Boscán 

Comunicados

Consideramos que la develación de los chats entre Andersson Boscán, de La Posta, y el narcotraficante asesinado en el 2022, Leandro Norero, deja ver una práctica profundamente reñida con la deontología del oficio.

22.12.2023

La Fundación Periodistas Sin Cadenas, ante la coyuntura nacional y todo lo revelado por el denominado caso Metástasis, expresa su profunda preocupación debido a la innegable infiltración de estructuras criminales narcodelictivas en el funcionamiento integral del Estado: en su sistema de Justicia, en sus fuerzas del orden, en el sector privado y también en el periodismo.

Consideramos que la develación de los chats entre Andersson Boscán, de La Posta, y el narcotraficante asesinado en el 2022, Leandro Norero, deja ver una práctica profundamente reñida con la deontología del oficio. Ante esto, es importante recordar que para los corruptos, para los delincuentes, para el crimen organizado, el periodismo es también uno de sus campos de batalla.

El acelerado incremento de la violencia en Ecuador durante el último lustro nos ha impedido reflexionar sobre los modos más adecuados para contarla. Históricamente, el crimen organizado y el narcotráfico, en particular, han establecido vínculos con las instituciones democráticas para someterlas y convertirlas en agentes serviles a sus intereses.

Han identificado que es necesario silenciar a medios y periodistas que pudieran representar un escollo en sus planes. Pero también acostumbran a ubicar a los periodistas más proclives para satisfacer sus intenciones. Lo hemos visto en Colombia y México, por citar algunos países que han pasado por contextos similares al nuestro. 

Durante los últimos cuatro años, el trabajo sostenido de nuestra organización, en el afán de conocer a fondo las condiciones en las que se ejerce el oficio, nos ha permitido documentar las presiones del crimen organizado en cada una de las provincias del país y su clara intención de censurar a los comunicadores que cubren territorios dominados por el narcotráfico. Los chats de Norero lo confirman y como organización nos solidarizamos con los periodistas que han sido amenazados por su trabajo

Pero también, por otro lado, hemos registrado en varias provincias, sobre todo de la Costa, la captación de personas que —bajo el nombre de periodistas— han mal usado sus plataformas digitales para extorsionar o difundir contenidos que interesen al poder criminal. Esta situación nos causa alarma y la hemos expresado de manera reiterada en nuestros informes

Creemos que el debate de esta semana es saludable para encontrar la mejor manera de abordar estos temas desde este oficio. Pero creemos que restringir la conversación a las formas es insuficiente. Cubrir temas relacionados con la violencia que enfrenta Ecuador supone una altísima responsabilidad que pasa por la necesidad de revelar condiciones socioeconómicas estructurales, relaciones de poder, deudas históricas por parte de los políticos, datos públicos, hechos y nombres que representan vidas humanas. 

La procura de información mediante relaciones poco transparentes con fuentes vinculadas al crimen organizado puede derivar en presiones para incidir en las publicaciones periodísticas. El acercamiento a las fuentes periodísticas —en general, y en particular cuando están relacionadas con el crimen organizado— debe establecer claramente las líneas de acción, tanto entre periodistas y fuentes como con las audiencias. 

El periodista José Luis Sanz, del medio salvadoreño El Faro, dice: “La violencia se exacerba cuando hay una idea de traición, pero esta no existe si se establecen los límites: tú no eres su amigo ni su aliado. Tú eres un periodista”. Esta cita se encuentra en la guía “¿Cómo cubrir la crisis carcelaria?”, que como Fundación publicamos el pasado 30 de noviembre. Allí planteamos cómo abordar fuentes de alto riesgo y un largo listado de recomendaciones de seguridad. 

El crimen organizado es una forma del poder, y el periodismo también debe ejercer su función de contrapoder para enfrentar a esas estructuras criminales estén donde estén. Mucho más en contextos como el reciente, cuando es evidente que la línea que divide a las autoridades del poder político y a las redes criminales es tan difusa. No hay valentía ni heroísmo capaces de postergar estos principios. En este aprendizaje no caben vanidades sino solo responsabilidad ética y mucha calidad.





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