¿Cuánto cuesta el exilio de un periodista?

Investigaciones

Solo en 2023, 9 periodistas se vieron obligados a exiliarse de Ecuador debido a amenazas en contra de sus vidas. Los costos monetarios de un exilio son elevados, y aunque hay organizaciones internacionales dedicadas a atender estos casos, el creciente número de amenazas vuelve insuficientes los recursos.

26.12.2023

La huida de Maricarmen y Rubén* de la ciudad en donde se conocieron, donde criaron a sus hijos y donde emprendieron su camino profesional se convirtió en el octavo y noveno exilio de periodistas que registró Ecuador en el 2023.

Estos dos periodistas tuvieron que abandonar su ciudad y ser reubicados luego de recibir amenazas de muerte directas. Primero, un hombre en moto los interceptó y les dijo que los iban “a quebrar” y luego, supieron que estaban en una lista de personas que serían asesinadas. Fue entonces que decidieron dejar su ciudad junto con su familia, en busca de un sitio seguro. 

En su emprendimiento periodístico, los dos comunicadores cubrían temas relacionados con política y delincuencia organizada y difundían denuncias sobre extorsiones. Esto resultó incómodo para los grupos criminales. Entonces, buscaron silenciarlos. 

Periodistas exiliados como Maricarmen y Rubén deben dejar de percibir ingresos cuando se ven obligados a alejarse de su lugar para poner a salvo sus vidas. Muchos de ellos cuentan con escasas posibilidades de volver a su lugar de origen por los riesgos que esto representa. Todo esto ocurre en medio de la ruptura emocional que representa abandonar algo por obligación, de la incertidumbre laboral y el miedo a un futuro incierto. 

Los periodistas deben abandonar la vida que conocen, para precautelar su seguridad. | Foto: Cortesía

Las estadísticas sobre exilios de periodistas en el mundo son alarmantes. De acuerdo con cifras del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), entre el 2020 y el 2022, los casos para los que brinda apoyo esta organización se han incrementado en un 227%. 

¿Cuáles son los costos promedio de un exilio?

The JX Fund es una organización que brinda soporte a medios y periodistas que han tenido que salir de sus territorios por guerras o crisis regionales, y que les da la oportunidad de continuar con su trabajo en zonas seguras. 

En un informe sobre el estado actual de los medios rusos en el exilio en el contexto del conflicto bélico entre ese país y Ucrania, publicado en noviembre pasado, explican cuáles son los financiamientos y recursos que un periodista en el exilio necesita para su supervivencia. Los presupuestos de los medios y de los periodistas en estos casos contemplan costos de viaje, de residencia, de visas de ingreso a los países receptores, en caso de que esto aplique. Además, en muchos casos la reubicación debe incluir a familiares y mascotas. JX Fund recomienda considerar también los costos que implica residir en el país en el que el periodista se asienta temporalmente. 

Según esta investigación y de acuerdo con un sondeo realizado con 6 de los 9 periodistas exiliados de Ecuador a lo largo de 2023, los costos para las relocalizaciones, tanto dentro como fuera de Ecuador, pueden superar los 50 mil dólares.

La movilización en las nuevas ciudades o regiones donde se establecen también es un costo a considerar. | Foto: cortesía

Este fue el caso de Karol Noroña, la primera periodista que tuvo que abandonar Ecuador para garantizar su vida. El pasado 23 de marzo 2023, Karol supo que los miembros de una organización narcocriminal planeaban matarla. Así lo expuso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en una audiencia en la que participaron diferentes organizaciones de la sociedad civil, y representantes del Estado ecuatoriano. 

“Tuve acceso a chats y audios de las amenazas en mi contra, que incluían fotografías mías, información del barrio en el que residía en Quito, del medio en el que escribía y un plan de asesinato que escuché de las voces de los líderes narcocriminales gracias a dos fuentes cercanas. Al día siguiente, salí de mi país sin una fecha de regreso”, contó en su exposición. 

Han pasado ocho meses desde su salida de Ecuador y Karol se encuentra ahora en un país que, por seguridad, pide no identificar. 

Noroña considera que su exilio, a lo largo de estos meses, ha costado unos 10 mil dólares, entre dinero donado por organizaciones de periodistas —la mayor parte— y sus ahorros personales. Al momento, está a la espera de un fondo adicional, que le permitirá sostenerse unos meses más.

Esos recursos le sirvieron para pagos de arriendo, gastos de alimentación, movilización, pasajes de avión —Karol ha tenido que instalarse temporalmente en otros países— y facturas médicas. Las variables tasas de cambio del dólar a las monedas locales de las ciudades en donde estuvo dificultan precisar un monto. “Existe esta idea de que como en Ecuador tenemos dólares, al cambiarlo a otras monedas alcanza para todo, y no es tanto así”, cuenta la periodista. 

En el caso de Maricarmen y Rubén*, el contexto del exilio se ha visto agravado, no solo porque se trata de dos periodistas a la vez, sino porque con ellos también están sus hijos adolescentes, que han tenido que dejar temporalmente la escuela, sus mascotas y su entorno familiar extendido. 

El CPJ es una de las organizaciones que brinda asistencia a periodistas en peligro | Foto: Galo Paguay

Aunque cuentan con un fondo  de aproximadamente 4 mil dólares donado por una organización, que cubre la alimentación y el pago del alquiler temporal en donde se encuentran, la pareja afirma que sus pérdidas económicas por no poder trabajar en su emprendimiento —sobre todo en la época de fiestas navideñas— y en otro pequeño negocio agrícola que mantenían, ha superado los 7 mil dólares durante más de un mes y medio de exilio. 

“Todo esto ha sido un proceso bastante largo, doloroso y lleno de privaciones. Hemos tenido que ajustarnos bastante el cinturón, porque al tener que salir de forma imprevista echamos mano de los pocos ahorros que teníamos ese instante para poder irnos todos juntos”, cuenta Rubén. 

En su emprendimiento también trabajan dos periodistas más, a quienes les adeudan los sueldos de los dos últimos meses. 

El papel de las organizaciones internacionales

Reporteros Sin Fronteras, Free Press Unlimited, el Comité para la Protección de Periodistas (CPJ), Freedom House, Internews, Rory Peck Trust, entre otras, son algunas de las organizaciones internacionales que brindan asistencia a periodistas y trabajadores de la comunicación que se encuentran en riesgo debido a su trabajo. 

Journalists in Distress (Periodistas en problemas, en español) es una red de más de 20 organizaciones enfocadas en la  libertad de expresión y de prensa que brindan diferentes tipos de soporte a periodistas: desde capacitaciones en estrategias de seguridad para coberturas, pasando por ayuda legal y acompañamiento psicosocial, hasta la relocalización o ayuda directa en caso de necesitar un exilio. 

El Comité para la Protección de los Periodistas realiza un análisis pormenorizado en cada caso, antes de conceder su ayuda. “Muchas veces es el propio periodista el que entra en contacto, o a través de otro periodista que conozcamos, o por medio de alguna organización. Siempre investigamos el caso para conocer y entender qué ha ocurrido, cuál es la amenaza y cómo podemos ayudar”, explica Carlos Martínez de la Serna, director de programas del CPJ. 

Cuenta que, como la demanda de ayudas es tan grande, en algunos casos trabajan con socios locales o coordinados dentro de una alianza de organizaciones, para encontrar juntos la manera de apoyar a los periodistas en riesgo. 

La Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), de Colombia, es otra de las organizaciones que brinda sostenimiento económico temporal cuando un periodista se ve obligado a desplazarse interna o externamente por encontrarse en riesgo. 

Viviana Yanguma, coordinadora del área de protección de la FLIP, explica que cada ayuda otorgada a los periodistas depende de las circunstancias particulares. Una vez estudiado cada caso, la organización determina los pasos a seguir mediante un protocolo interno. 

“El apoyo se decide en un comité en el que está la dirección, la coordinación de protección, áreas administrativas y a veces también convocamos a periodistas, dependiendo de la información que necesitemos. En ese comité se expone la situación y se evalúa si es un caso que podemos apoyar, fundamentado en que la permanencia de esa persona [en el lugar donde se suscitó la amenaza] implique un riesgo muy alto y que no haya sido respondido por el Estado oportunamente”, detalla. 

Yanguma añade que la FLIP financia estas ayudas mediante donaciones de las embajadas de Noruega, Países Bajos, España, Canadá, entre otras, así como a través de financiamientos de organizaciones internacionales para la protección a periodistas. 

La seguridad de los periodistas antes, durante y después de las coberturas debe ser una de las grandes preocupaciones del Estado. | Foto: Galo Paguay

“Dentro de nuestro plan anual, tenemos un monto específico para destinarlo a reubicación de emergencia, a apoyo psicosocial, a cubrir gastos de manutención, alimentación, hospedaje o transporte cuando hay periodistas en un riesgo inminente”, añade. 

Para la FLIP es importante que los periodistas que acuden a ellos hayan activado las rutas institucionales creadas por el Estado para la atención de casos como estos, a través del Programa de Protección a Periodistas y Comunicadores Sociales. “Nosotros no deberíamos ser los primeros que respondan en casos como estos, porque ya existen instituciones creadas para esto. Procuramos que haya una interacción previa con autoridades, porque debe haber una respuesta institucional antes que la respuesta de las ONG”, complementa. 

El respaldo económico, el apoyo psicosocial y la asesoría jurídica son parte de la ayuda y los acompañamientos que brinda Artículo 19, otra organización independiente que opera sobre todo en México y Centroamérica, y que también respalda a profesionales que se encuentran amenazados por su quehacer periodístico. 

Mariana Suárez, coordinadora de Protección de esta organización, asegura que —de manera similar a como trabaja la FLIP— realizan un análisis del riesgo de cada uno de los casos que llegan hasta sus oficinas para conocer de qué manera deben proceder. 

México, al igual que Colombia, tiene un mecanismo estatal enfocado en la protección de personas defensoras de derechos humanos y periodistas, que trabaja en conjunto con las organizaciones de la sociedad civil para activarse en cada uno de esos casos y acompañar estos procesos. 

“Somos un puente muy importante para que este mecanismo atraiga estos casos de periodistas y que, entonces, el Estado, que tiene realmente los recursos necesarios, realice la relocalización de la periodista o el periodista en riesgo y estos puedan cambiar su lugar de residencia”, explica. 

Con todas las fallas que el sistema pueda tener –continúa Suárez–, es fundamental que el mecanismo exista para la atención de casos que requieren un desembolso más grande de recursos, como reubicaciones de periodistas en el exterior. 

“Las organizaciones sociales no nos damos abasto. Es imposible que tengamos los recursos para ayudar a todas las compañeras y compañeros periodistas que están pasando por esta situación. El mecanismo tiene un presupuesto anual que está ahora por los 800 millones de pesos aproximadamente (46 millones de dólares)”, dice. 

México es uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. En 2023 cinco periodistas han sido asesinados y, en total, entre el 2000 y el 2023, la cifra llega a 163 periodistas, según cifras de Artículo 19.

De acuerdo con Suárez, desde el 2019 hasta la fecha, al menos 68 trabajadores de la comunicación han sido desplazados dentro y fuera de México por los riesgos que corren sus vidas en el ejercicio profesional del periodismo. 

Una publicación de la Sociedad Interamericana de Prensa indica que, si bien el mecanismo mexicano para la protección de personas defensoras de derechos humanos y periodistas ha permitido salvar la vida de decenas de reporteros, no cuenta con los suficientes recursos económicos, humanos y técnicos. 

En nuestro país, aunque el pasado 16 de noviembre fueron presentados los delegados de los trabajadores de los medios de comunicación y de la sociedad civil ante el Mecanismo de Prevención y Protección del Trabajo Periodístico y quedó establecida su conformación, aún no están claros temas tan vitales para su funcionamiento como la asignación de recursos que permitan su operación. 

¿Dónde queda el ejercicio profesional luego de un exilio?

Verónica Basurto es una periodista mexicana que investigó casos de corrupción e impunidad en su país. Por sus publicaciones recibió numerosas amenazas por parte del crimen organizado. Ella también vivió algunos años en el exilio.

Las amenazas la obligaron a cambiar de domicilio constantemente en su ciudad hasta que, finalmente, salió de México en el 2013 y regresó en el 2017. Unos años vivió en España y otros en Francia.

Para ella, uno de los costos más grandes de los exilios para el periodismo es el silenciamiento que se da tanto en los periodistas que se exiliaron y ya no pueden seguir trabajando ni ejerciendo sus carreras, como en los otros periodistas, aún en sus países y ciudades, que ven lo que ocurre y temen pasar por algo similar. 

“Con tantos exiliados en todos nuestros países latinoamericanos, pareciera que las columnas del periodismo se están volviendo más angostas, por llamarlo de alguna manera. Hay que reconocer que en cada uno de nuestros países hay muy buenos periodistas y todos contribuyen a fortalecer la libertad de expresión, pero cada vez sus columnas son más angostas. Entonces, no podemos permitirnos que se deje de contar la historia”, dice. 

Viviana Yanguma, de la FLIP, coincide con este criterio. Para ella, el costo informativo de los exilios en las poblaciones que pierden a sus periodistas es uno de los más duros. “Hemos visto que cuando el periodista sale, esto es como un mensaje disuasorio para el resto. Entonces, como salió porque amenazaron a alguien por hablar de algo, suele dejarse de hablar de los temas. Son fuentes que quedan sin ser cubiertas”, explica. 

Desde que retornó a México, Basurto ha seguido ejerciendo su trabajo como periodista, pero esto no es algo común en los casos de exilio, a decir de la FLIP. 

Este es el caso de César*, otro de los periodistas exiliados en Ecuador en el 2023. César residía en uno de los cantones más violentos del país. Ahora vive en otra ciudad y ha tenido que encontrar la manera de seguir trabajando en comunicación, pero no necesariamente en periodismo. O, al menos, no de manera frecuente, como lo hacía antes de su exilio. 

Actualmente, además de reportajes ocasionales que realiza de manera freelance, trabaja con algunos clientes a quienes les ofrece servicios de manejo de redes sociales, realización de videos y fotografías comerciales, entre otras ocupaciones afines. Dice que ser recursivo le ha servido para lograr sostenerse a lo largo de todos los meses que ha durado su exilio. 

Dedicarse a la gestión de redes sociales es una de las ocupaciones de periodistas exiliados. | Foto: Cortesía

“En estos días conocí al representante de una academia de inglés que se interesó por mi trabajo y me pidió una propuesta para el tema de las redes sociales. También manejo las redes de una escuela de la ciudad en donde vivo ahora, y así he ido consiguiendo clientes a los que les hago fotos y videos”, cuenta. 

César sigue percibiendo ingresos por su emprendimiento periodístico digital, pero son muy escasos, y como no puede manejarlo plenamente, son cada vez más esporádicos. Esto también está relacionado con las limitaciones que ahora tiene, a causa de las amenazas recibidas. Es decir, la autocensura causada por el propio exilio. 

“Ahora, por seguridad, ya no puedo subir noticias con videos de robos, por ejemplo. Eso representaba muchas vistas en redes sociales, muchos clics, y eso se traducía en dinero, pero genera amenazas y problemas que ahora prefiero evitar”, reconoce. 

“A nosotros, desde el primer día, nos dijeron que teníamos que pensar en una alternativa, en un cambio de vida. Al comienzo, no lo vimos como algo tan cierto, pensamos que con el pasar de los días iba a ir pasando. Pero, al contrario, se ha ido agudizando. Ahora tenemos miedo de volver, pero tampoco tenemos otro trabajo. Y ahora, ¿qué sigue?”, se pregunta Rubén. 

Maricarmen, él y sus hijos vivían en una población relativamente pequeña, en donde todos se conocen. Por eso, todos saben lo que ha ocurrido con esta familia y su necesidad de alejarse de un momento a otro. “El riesgo de volver es justamente ese, que todo el mundo nos conoce. Por eso no podemos regresar”, dice. 

Por eso, para la FLIP es importante que se evalúe este factor desde el comienzo de la relocalización. “Hay algo importante que siempre hacemos y es procurar conocer el plan de esa persona. En el momento de la emergencia es claro que tiene que salir del lugar, pero es fundamental evaluar qué va a pasar luego de eso, porque nuestros recursos no son muy amplios, entonces no podemos dar un sostenimiento tan extendido”, dice Yanguma. 

Carlos Martínez de la Serna explica que algunos exilios duran mucho tiempo y que es necesario crear condiciones para que los periodistas puedan volver. Esto, a su criterio, depende completamente de los estados y los mecanismos de protección a periodistas que estos puedan implementar. 

“Por ejemplo, en el caso de que un periodista abandone su país por una amenaza del crimen organizado, es el gobierno del país el que tiene que crear las condiciones para que el periodista pueda volver. Tiene que abrir una investigación, tiene que haber justicia en ese caso y que responda quien sea responsable de las amenazas”, argumenta.

“Yo he seguido con mi vida y le echo muchas ganas para hacer periodismo colaborativo con otros reporteros de otros países. Creo que es posible retomar, pero creo que a uno realmente nunca lo preparan para regresar”, dice Verónica Basurto.

Pese a todo, periodistas como Karol Noroña, al igual que Basurto, esperan retomar el trabajo periodístico de alguna manera: en otra empresa periodística, desde otro enfoque, con mayores estrategias de seguridad y cuidado, pero no dejar de hacer periodismo.

Los costos de la atención a la salud mental de los periodistas exiliados

Henry*, uno de los últimos periodistas exiliados, dice que el acompañamiento psicológico que recibió ha sido fundamental en esta etapa. “Muchas cosas de tu vida cambian de un momento a otro. Todo es un shock”, cuenta. 

Para él, el costo emocional de su exilio ha sido muy alto. “De todas maneras, al llegar a mi nueva ciudad, traté de mantener el optimismo, de llegar con toda la intención de poder escribir otras cosas o aprender de todo esto. Pero al final del día, uno se siente solo”, dice Henry. 

Su hijo, al que él define como “su adoración”, también ha tenido que sufrir las consecuencias de su exilio. “Mi pequeño me dice: ‘Papi, ¿cuándo vienes? ¿Por qué siempre me dices que vienes y no vienes?’. Son cosas que te llenan de coraje e indignación primero, y de tristeza después. Y si no fuera por la terapia psicológica, no sé cómo lo hubiese podido manejar, porque tú no estás decidiendo nada de esto. Las circunstancias lo están decidiendo por ti”, cuenta. 

Varios periodistas exiliados esperan poder regresar a sus ciudades de origen cuando las condiciones sean las correctas. | Foto: Cortesía.

En su caso, el costo de la atención de su salud mental ha sido asumido por la organización local que lo ayudó a alejarse y que le ha dado acompañamiento. 

Noroña, de su parte, atraviesa un proceso psiquiátrico que implica consultas médicas de seguimiento, antidepresivos y ansiolíticos. Pregabalina, desvenlafaxina, zopiclona y clonazepam son algunas de las nuevas palabras —y fármacos— en su vocabulario. 

“Tuve un tiempo de estar muy obsesiva, muy reactiva, con ataques de pánico, y como yo no había lidiado antes con eso, pues fue horrible. Yo creo que no me di cuenta de lo mal que estaba hasta que ya estuve muy mal. Mi hermano fue a verme y me llevó al hospital, donde me hicieron un montón de exámenes, porque no solo mi salud mental se vio afectada, sino muchas otras cosas en mi cuerpo”,  cuenta Karol. 

Karol tuvo un bloqueo muy intenso del que se está recuperando poco a poco. Durante su exilio, le sobrevino de pronto una especie de parálisis: no podía escribir.  “El psicólogo decía que capaz eso se asociaba al trauma, como una reacción al trauma vivido por el exilio”, explica ahora. 

A Verónica Basurto le ocurrió algo similar. “Me sentaba frente a una computadora, escribía la primera palabra o la primera línea y la borraba. Sentía terror. Me ponía a llorar enfrente de mi computadora, porque quería pero no podía”. 

En Ecuador, la atención n salud mental es muy costosa. Para muchos es prácticamente un lujo. Y es aún mucho más cara e inalcanzable para personas que deben destinar recursos a otros aspectos de su supervivencia como ocurre con los periodistas en el exilio. 

En promedio, las consultas psiquiátricas y psicológicas en Ecuador van desde los $40 hasta los $100 dólares, por una sesión de una hora. Todo depende del especialista, del estatus del médico o del centro de salud.  Aunque en el sector público sí existen médicos especializados, los hospitales estatales sufren por la falta de medicinas. 

Cada situación de exilio es diferente. No hay una sola fórmula para afrontar esta situación. La Global Investigative Journalism Network hace un recuento de siete recomendaciones que se pueden aplicar en estos contextos. Una de ellas está directamente relacionada con la salud mental y el acompañamiento. 

“Casi todos los y las periodistas que consultamos insistieron en la importancia de buscar un profesional en salud mental que ayude a sobrellevar la experiencia del exilio y el acoso que le antecedió”, así como en hallar la manera de seguir haciendo periodismo a través de redes de colaboración, explican.

Emocionalmente, a Verónica una de las cosas que más le pesan es la falta de justicia. “Yo te puedo decir que, después de muchos años y aunque yo siempre he tratado de quitarme ese gran abrigo que te cubre como víctima, pues me sigue doliendo igual, porque no hay justicia para nuestros casos. Entonces, yo creo que esta parte uno la lleva siempre”. 


*Los nombres de algunos periodistas exiliados, así como ciertos detalles personales, han sido cambiados por razones de seguridad. 





Publicado el Investigaciones
Diana Romero Periodista