El periodismo LGBTIQ+ en Ecuador, entre dificultades, discriminación y desafíos financieros
Una encuesta realizada por la Fundación Periodistas Sin Cadenas a 53 periodistas LGBTIQ+ de diferentes partes del Ecuador indica que la discriminación, junto a otros problemas que vive este sector, no son temas del pasado.
24.11.2022
Cuando Rubén* empezó a trabajar en un canal de televisión de alcance nacional, estaba en sus últimos semestres en la carrera de periodismo en una universidad de Guayaquil. Se había enunciado como homosexual hace relativamente poco tiempo.
A él le pasó algo que no le pasa a los periodistas “normales”, a los cisgénero y heterosexuales, pero que sí les pasa a los LGBTIQ+: siempre tuvo miedo de que su orientación sexual fuera una dificultad para ejercer su profesión.
“Cuando entras a un trabajo, nadie de Recursos Humanos ni de ningún lado te pregunta si te gustan los hombres o las mujeres; pero una vez que estás adentro, tratas de comportarte como creemos que deberíamos comportarnos. Pensé que debía ser serio, que vean que soy responsable, capaz, pero siempre estaba pendiente de que no se me vea afeminado”, cuenta Rubén, recordando sus inicios en el periodismo.
Casi un año después, ya más en confianza con sus compañeros, lo conversó de manera relajada con aquellos que poco a poco se fueron dando cuenta de que a Rubén le gustaban los chicos.
“Fueron meses, casi un año de ambientarme y de entender el panorama, meses de tener esta discusión interna de si me dejo ver cómo soy, con quién sí y con quién no”, dice.
Rubén es una de las 53 personas que respondió a la encuesta “Situación de las personas LGBTIQ+ que ejercen periodismo en Ecuador”, realizada por Fundación Periodistas Sin Cadenas durante los meses de abril y junio del 2022 y cuyos resultados se presentan este mes, en el marco del 25º aniversario de la despenalización de la homoxualidad en nuestro país.
Además, cada 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Memoria Trans, dedicado a la recordar a las personas transgénero que han sido asesinadas, siendo víctimas de delitos de odio.
La encuesta, compuesta por once preguntas, aborda temas como identidad de género y orientación sexual de los periodistas, área de la comunicación en la que se desempeñan y detalles sobre su situación laboral, discrminación, entre otras.
El objetivo de esta encuesta es conocer un poco más a fondo las condiciones en las que trabajan los periodistas diversos en Ecuador. La discriminación, la homofobia y la transfobia se convierten, en este caso, en agresiones contra periodistas que deben ejercer su profesión en muchos casos en ambientes hostiles o inseguros.
Este cuestionario arroja resultados de grandes ciudades como Quito, Guayaquil y Cuenca, pero también de zonas más periféricas y ciudades más pequeñas como Chone, Pasaje, Manta, Portoviejo y Esmeraldas, y en su mayoría fue respondida por hombres gays.
Un total de 27 periodistas encuestados para este estudio dice que ha sido victima de discriminación de alguno de sus lugares de trabajo por su identidad de género u orientación sexual. Además, de todo el universo de entrevistados, 36 personas dijeron que tienen o han tenido compañeros —aparte de quien respondía la encuesta— que se autoidentificaba como integrante de las poblaciones LGBTIQ+.
El sueño de vivir libres de discriminación
Cuando Rubén entró a trabajar a la estación televisiva en donde estuvo por varios años, tenía el cabello castaño y ondulado muy largo, al que mantenía recogido, peinado y ordenado en un moño. “Me lo había dejado crecer porque quería donarlo”, recuerda.
Pero pronto, uno de los mandos medios para los que trabajaba lo abordó con una advertencia: “No me han dicho nada, pero creo que pronto voy a empezar a escuchar comentarios de tu cabello así que creo que lo mejor es que te lo cortes y andes como hombrecito”, le dijo.
Pese a que la Constitución del Ecuador en su artículo 21 establece que las personas tienen derecho “ a la libertad estética”, esto no siempre se respeta, sobre todo si hablamos de diversidades.
El joven, que terminó cortándose el cabello para evitar problemas laborales, dice que se sintió extraño, como si tuviera que modificarse de alguna forma para caber y poder ser parte de un medio de comunicación.
Si este tema ya es dificil para algunos hombres homosexuales que quieren llevar su cabello lejos de la norma, pintado, decolorado o con algún corte fuera de lo común, para las mujeres transgénero y periodistas no binarios es más desafiante todavía.
Muchos como Ruben deben “homologarse”, ser iguales a los demás para poder ser parte de una redacción o de un grupo de colegas.
Runa Sanabria es une periodiste quiteñe, independiente, transexual y no binarie. Su experiencia abarca la comunicación audiovisual, digital, la gestión de contenido y la creación de podcasts como Las Pornógrafas y Nosotrxs, además de campañas de comunicación como “Los innombrables”.
Su enfoque, dice, se encuentra sobre todo en la comunicación comunitaria.
No obstante, y pese a su experiencia de algunos años, Runa considera que su estética —faldas, cabello largo y lacio y un arete en su nariz que va hasta su oreja mediante una cadena— han sido factores limitantes al momento de buscar y obtener un empleo.
“En un coworking me dijeron que por seguridad institucional no podía verme así. Como no he tenido tanto contacto formal con espacios laborales, no lo he sentido tanto, pero esas experiencias existen”, dice.
El académico José Miguel Campi, director de Proyecto Zoom de la Universidad Casa Grande, dice que el hecho de ser transgénero es mucho más dificil que ser homosexual en un medio de comunicación, pese a que ambas identidades conllevan sus propias complejidades.
“Las identidades trans corporizan todo lo que se le dice como insulto a todas las otras poblaciones dentro del acrónimo LGBTIQ+ y esto viene cargado de una gran misoginia”, dice.
Campi explica que lo trans rompe y transgrede la identidad propia. Es imposible que ellos busquen o quieran “asimilarse” y verse como cisgenero, es decir, como si no fuesen transgénero. Aquí radica la discriminación en contra de ellos.
“Cuando eres un hombre gay o una mujer lesbiana, gran parte de tu vida y de tus años formativos los pasas en el closet, entonces aprendes a camuflarte y esconderte como herramienta de supervivencia. Incluso cuando se sale del closet, uno sigue haciendo el ejercicio constante de querer asimilarse con el resto”, cuenta Campi.
José Miguel atravesó por su propia experiencia en medios de comunicación como hombre gay. “Recuerdo que un jefe a quien yo quería muchísimo y que tuvo un impacto importante en mi vida, un día me dice “oye, tú no pareces tan gay”. Esto genera un dolor que no se hace evidente de inmediato, pero dice mucho. La heteronorma dice que hay que premiar a alguien por la buena obra de no parecer esto que eres”.
Tamara*, una periodista que vive en Manta, no es trans pero también ha sufrido de discriminación. Dice que “salir del closet” y enunciarse como una persona bisexual en el contexto laboral de los medios de comunicación de una ciudad pequeña como la suya es mucho más dificil que lo que puede ser en las grandes ciudades.
El tema estético también ha sido un factor importante en su vida laboral, pero en este caso no por ella, sino por su novia: una mujer no binaria y fisicoculturista. “Ella se ve muy diferente a otras mujeres, entonces la gente la critica demasiado y es muy juzgada por su apariencia”, cuenta.
La joven reconoce que en Manta, al menos las emisoras de radio, son machistas, muy misóginas y que la mayoría están ocupadas por hombres, ya sea en la locución como en la administración.
“Este es un pueblo muy pequeño, las personas pueden decir lo que sea y ese rumor corre. De mí dijeron muchas cosas, que yo acosaba a otras mujeres, por ejemplo, y varios recomendaron que no me contraten. Fue muy triste y muy duro para mí. Durante un tiempo me decepcioné mucho de la comunicación”, afirma Tamara.
Pero más allá de estas experiencias, los periodistas diversos en Ecuador se enfrentan a otros desafíos, según cuenta Daría #LaMaracx, una comunicadora travesti, especializada en educomunicación.
“Conozco de varias compañeras que se reconocen como LGBTIQ+ y que a partir del reconocimiento de su identidad de género y de su orientación sexual viven diferentes formas de violencia, acoso sexual, intimidación, censura, sobre todo en espacios donde se encuentran trabajando con varios hombres que utilizan su identidad para violentarlas”, explica.
Su vida profesional arrancó en los medios públicos, con la producción de un programa semanal con enfoque LGBTIQ+. Luego de otras experiencias laborales, llegó la revista digital feminista La Periódica hace casi cinco años.
Allí empezó trabajando en la gestión de redes sociales y ahora, además de ser articulista, también escribe reportajes y temas de investigación.
Su llegada al periodismo fue más un hallazgo, una sorpresa en su camino profesional, o como ella prefiere llamarlo: un desvío.
“Ser mariquita, ser una mujer lesbiana o ser trans en un ecosistema como la comunicación te deja dos caminos: o te homogenizas, es decir, te asimilas al mundo heterosexual y que no se te note, en el mejor de los casos, o te desvías del método de cómo llegas a ser periodista. El camino de las personas LGBTIQ+ hay que mirarlo con otro enfoque”, dice Daría.
Considera que esos “desvíos” en los rumbos profesionales suelen ser afortunados, pues de esa forma los contenidos con enfoque diverso llegan a las audiencias de parte de una voz con suficiencia para contar esas historias y esas coyunturas.
“A cada persona que hace comunicación y periodismo le atraviesan temas y es posible contar mejor las historias cuando tienes cercanía y profundidad. No es porque nosotras sepamos más, es porque tenemos el acceso a esas fuentes, a esas historias y a esas vidas”, indica.
Espacios para el periodismo diverso
El ecosistema de medios de comunicación en Ecuador está integrado por las grandes corporaciones de prensa escrita y estaciones de televisión, que son empresas que tienen décadas de existencia.
En ese gran universo de medios locales se encuentran también los medios digitales independientes, que han venido a revertir la postura conservadora de los medios tradicionales. Algunos de ellos tienen ya varios años de trayectoria, mientras que otros son iniciativas emergentes que tienen un enfoque más direccionado hacia los derechos humanos, lo que incluye a las poblaciones LGBTIQ+.
La falta de representatividad de las poblaciones LGBTIQ+ en los medios tradicionales se contrarresta con la creación de medios comunitarios o digitales, dice el informe “Así hacemos periodismo”, con información levantada por Chicas Poderosas Ecuador y FES-Ildis.
Es que, tal como dice este reporte de Fundación Gabo sobre la cobertura LGBTIQ+ de medios nicho y masivos en Latinoamérica, en los últimos años existe un aumento exponencial de medios digitales y periodistas que tratan temas relacionados con perspectiva de género e identidad sexual.
“La diversidad, de hecho, es una de las señas de identidad que representan a estos nuevos medios nativos que han surgido en la región”, dice el documento.
En Ecuador hay muchos ejemplos: GK, La Barra Espaciadora, Wambra, La Periódica, La Andariega, Revista Iker, Habitación Propia, Indómita Media y Camaleón son varios de los medios ecuatorianos que además de contenidos coyunturales y piezas periodísticas sobre feminismos, derechos sexuales y reproductivos, abordan la diversidad.
Edición Cientonce es un medio digital que recientemente cumplió un año y se enfoca exclusivamente en contenido LGBTIQ+. Su nombre, de hecho, está intimamente relacionado con la despenalización de la homosexualidad en nuestro país.
“La lucha para despenalizar la homosexualidad en Ecuador empujó a una demanda de inconstitucionalidad ante el extinto Tribunal Constitucional. El caso fue el 111-97-TC, el primero sobre derechos LGBTIQ+ en el país, y su sentencia marcó un hecho histórico (…) porque dejamos de ser delincuentes ante el Código Penal que permitía a la Policía perseguirnos y violentarnos”, dice en la descripción de su página web.
El proyecto, que fue finalista en el premio de periodismo Jorge Mantilla Ortega 2022, en la categoría de innovación, presenta noticias, reportajes de profundidad y artículos de opinión. Una de las últimas entregas especiales de este medio de comunicación aborda la intersexualidad, un tema deficientemente tratado e, incluso, invisibilizado.
“Edición Cientonce surge por la ausencia de espacios y de un contenido periodístico riguroso y de calidad en cuanto a temas LGBTIQ+ en medios tradicionales, en donde se habla muy poco y cuando se lo hace es desde el amarillismo y la polémica. Mi intención es hacer un periodismo desde la diversidad para la diversidad”, cuenta su director editorial, Victor Hugo Carreño, que tiene más de una década de experiencia profesional en diferentes medios locales.
También existen otros programas que le dan visibilidad a las temáticas LGBTIQ+.
No es posible dejar de mencionar a “Sin Etiquetas”, un programa conducido por el abogade y activista Pedro Gutierrez, que se transmite los domingos de 20H00 a 22H00 a través de Radio La Suprema, en la provincia del Azuay.
“La Nota Fuerte” fue otro programa radial con temática LGBTIQ+, uno de los primeros, que se mantuvo al aire por seis años, desde el 2010 hasta el 2016, y que llegaba a su audiencia a través de los medios públicos de Ecuador.
Su creador y director era el activista Freddy Lobato, quien vivió lo que significaba ser un periodista diverso antes de que la homosexualidad estuviera despenalizada.
“Estuve diez horas preso, porque al salir de una discoteca me estaba besando con un chico en el auto. Llegó la Policía, nos encandiló con las linternas y me detuvieron. Desde allí no quise volver a cubrir nunca más temas relacionados con la Policía”, cuenta hoy.
La insuficiente cobertura de temáticas LGBTIQ+
En el texto “Comunicación, periodismo y género”, los académicos Martín Oller Alonso y Palmira Chavero Ramírez hablan sobre Ecuador, la lucha de los colectivos LGBTIQ+, los medios de comunicación y analizan el comportamiento de la prensa local respecto a estas temáticas.
Los resultados de esta investigación revelan que la imagen que los medios muestran sobre las poblaciones diversas responde a algunas características como la caricaturización, su representación como un grupo homogéneo, dejando de lado que se trata de personas con diferentes identidades, orientaciones sexuales, problemas y necesidades; la invisibilización, la victimización, la exotización, el morbo, el sensacionalismo y, finalmente, una estereotipización en la que se presenta todo lo homosexual como algo negativo y peligroso.
En los años previos a la despenalización, Freddy Lobato trabajó durante algunos años en un canal de televisión en donde el contenido relacionado a diversidad era al inicio inexistente y, luego, se trataba únicamente como crónica roja.
“Cuando comencé como periodista, no se hablaba de ningún activismo pero luego tuve que cubrir algunas ruedas de prensa sobre la despenalización. Me di cuenta de la oportunidad que tenía como comunicador al contar estos temas”, dice Lobato.
Pero actualmente, el panorama tampoco es mucho mejor.
“Es insuficiente”, dice Carreño. “En medios digitales hay un poco más de espacio por el enfoque que estos medios tienen”, dice.
Daría coincide, pero agrega otra palabra. “Además de insuficiente, es condescendiente”.
Más allá de los enfoques, en la actualidad la contratación de periodistas diversos en redacciones, emisoras, canales de televisión y medios digitales trae consigo otro problema: la asignación de coberturas que están únicamente relacionadas con temáticas LGBTIQ+.
“Cuando te reconoces como una persona transgénero, por ejemplo, y quieres ejercer la comunicación, se te asigna un nicho de información súper cerrado. Eso que de entrada parecería algo bueno, no lo es tanto, porque las personas trans no solo vivimos problemas de personas trans. Entonces ese nicho de información asignado termina desgastándonos y desgastando a nuestras fuentes”, dice Daría #LaMaracx
Según dice, el problema de ser la única persona LGBTIQ+ en medios tradicionales enfrenta a los periodistas a dos caminos: permanecer o irse. “O se quedan en esos lugares, se asimilan y se edulcoran un poquito o salen de esos espacios y en el mejor de los casos inician sus propios emprendimientos de comunicación alternativa”, explica.
Los medios deben ser conscientes de que el enfoque periodístico debe dirigirse a la protección de los derechos de LGBTIQ+, dicen Oller Alonso y Chavero Ramírez en su publicación. Esto, siempre fundamentado en el periodismo de calidad y el respeto de este grupo poblacional, brindando herramientas capaces de formar e informar sobre derechos humanos.
El desafío de la sostenibilidad financiera
No obstante, la labor de sostener económicamente un medio digital con un enfoque específico y mantener la periodicidad en las publicaciones no es algo sencillo, pese a que Edición Cientonce ha ganado algunos fondos de financiamiento de diferentes organizaciones, entre ellas el International Center For Journalism (ICFJ).
Aunque Carreño cuenta con el apoyo de colaboradores —todos parte de la diversidad o aliados—, este medio de comunicación es una empresa en la que él se ocupa de editar, publicar en redes, hacer análisis de audiencias, reportear y demás.
“No puedo vivir de esto; sería imposible para mí. Por eso tengo otro trabajo e intento balancear el tiempo entre ambas ocupaciones: mi empleo formal y la gestión de Edición Cientonce”, cuenta
En algunos casos, las peripecias financieras parecen ser parte del quehacer periodístico.
Runa Sanabria, al igual que Victor Hugo Carreño, tiene un trabajo adicional que la ayuda a completar lo que necesita para subsistir mensualmente.
Aunque su trabajo periodístico es constante —escritura de artículos de opinión, colaboraciones en medios, entre otros, principalmente como freelance— suele recibir pagos muy bajos por estos trabajos eventuales.
“Es algo que me causa inestabilidad y estrés. Yo particularmente no puedo generar autonomía viviendo del freelance, entonces tengo que pensar en otras formas de subsistir y gestionar mis finanzas”, dice Runa.
Explica que junto a su familia tiene un emprendimiento —venta de comida y aderezos a domicilio— que la ayuda a tener un poco más de autonomía. “Si no tuviera esto, el freelance solo no funciona para mi vida. Sería imposible vivir de eso”, cuenta.
En teoría, la Constitución en su artículo 11.2 dice que todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades, y esto incluye la “no discriminación por orientación sexual”. Mientras tanto, el Código Orgánico Integral Penal (COIP), en su artículo 177, tipifica los actos de odio, por género u orientación sexual.
No son las únicas normas: también el Código de Trabajo, en su artículo 79 dice que “a trabajo igual corresponde igual remuneración, sin discriminación en razón de (…) sexo, (…) orientación sexual, (…) o diferencia de cualquier otra índole.
Pero pese a que existen leyes para reconocer, respetar y validar el espectro de la diversidad sexual en Ecuador, apegándose a las normativas vigentes y a los mandatos contemplados en el contexto de los derechos humanos, la ausencia de discriminación, las políticas de inclusión y la estabilidad financiera parecen ser los grandes temas pendientes para en el periodismo LGBTIQ+.
El escritor y periodista argentino, Cristian Alarcón, una de las figuras representativas del periodismo diverso en la región, dice que es urgente que los periodistas no se limiten a brindar información. Es trascendental que también generen consciencia y transformación real.
Esto, considerando las condiciones de producción actuales, con desigualdad y desafíos de todo tipo.
“Para eso se deben plantear medios que aborden las disidencias sexuales de manera interseccional, amplia y comprometida en América Latina, donde se requiere un cambio estructural, pero sobre todo cultural y de raíz”, escribe en la publicación «Diversidad en el Periodismo Latinoamericano», que incluye reflexiones de 16 periodistas de siete países sobre cómo hacer redacciones y coberturas más incluyentes.
*Algunas identidades y detalles de varios entrevistados han sido cambiados para proteger su anonimato.
Publicado el Investigaciones, Amenazas al oficio |